"LA PERSPECTIVA DE GÉNERO LLEGÓ PARA QUEDARSE" - Entrevista con Pablo Rodríguez-Bilella

Por Jara Aracena Vicente y Silvia Salinas Mulder

¿Quién es Pablo Rodríguez-Bilella?

Pablo es hoy un protagonista reconocido y querido en el ámbito de la evaluación, en su país Argentina, en la región y a nivel global.  Conversar con él es un gusto y privilegio.

Sociólogo, evaluador, trabaja en Argentina en el CONICET[1] y en la Universidad Nacional de San Juan, en investigación y docencia. Escribe regularmente sobre Evaluación, Desarrollo y Complejidad en su blog Al Borde del Caos, uno de los pocos blogs en español sobre la temática. En su trayectoria ha ido acentuando su trabajo en la línea de la “investigación evaluativa”, buscando tender un puente entre la investigación académica y la evaluación. Destaca su contribución a nivel regional y global en la investigación de factores que permiten que la evaluación “tenga un impacto positivo para los beneficiarios, que les ayude a cambiar sus realidades”. 

Motivado y provocado por la diversidad

Pablo llegó a la evaluación desde el mundo de la investigación hace casi 20 años. Conoció PREVAL[2] por aquel entonces a través de su participación en el Segundo Taller Electrónico sobre Evaluación de Proyectos de Reducción de la Pobreza Rural en América Latina y el Caribe. Desde allí compartió sus avances en investigación en el área de desarrollo rural, a la vez que tuvo sus primeros acercamientos al campo de la evaluación. No obstante, su mirada hacia las potencialidades de la evaluación fue muy crítica en sus inicios, hasta que el nacimiento de la Red de Seguimiento, Evaluación y Sistematización de América Latina y el Caribe (RELAC) en el año 2004 le ayudó a renovar la mirada, animado por la diversidad de áreas de intervención y de colegas de la profesión involucrados en la Red:

“Fue muy importante porque me sentí inmediatamente invitado a sumarme, a salir del área más acotada del desarrollo rural, y a vincularme a una pluralidad de espacios donde encontrar posibilidades de desarrollo profesional y personal.”

Desde ese entonces, han ido surgiendo en la región latinoamericana diversas redes de evaluación nacionales, como espacios de intercambio y aprendizaje colaborativo entre profesionales inmiscuidos ya sea en la práctica, la academia o la gestión de evaluaciones. A manera de ejemplo, la Red Argentina de Evaluación reapareció fuertemente hace unos tres años, y la boliviana se ha ido fortaleciendo  desde la gestión 2016, todas con mucho entusiasmo y predisposición. 

Un nuevo campo de investigación: la investigación evaluativa

Pablo comparte la idea de que conseguir un mayor involucramiento de la academia en la evaluación es un reto en América Latina y el Caribe. Desde su experiencia, la investigación sobre evaluación o investigación evaluativa viene a ser un punto de encuentro entre el nivel más analítico y abstracto, y la evaluación más restringida a proyectos particulares, con su énfasis de valorar intervenciones y dar recomendaciones. En este sentido, sus últimos trabajos, como el de Evaluaciones que marcan la Diferencia, vinculado a historias de evaluación, recoge este interés “investigando factores que permiten que la misma evaluación de las intervenciones tenga impacto relevante y sea positivo para los beneficiarios en el sentido de ayudarles a cambiar realidades, situaciones, a mejorar sus vidas.”

Hace unos años, este espacio común encontraba mayores resistencias que hoy día. Desde su trabajo en CONICET, entidad eminentemente vinculada a la investigación científica y tecnológica, con un enfoque secundario en temas de extensión y transferencia a la sociedad, sentía que a la hora de plantear la relevancia de investigar sobre evaluación, de algún modo tenía que argumentar o justificar la pertinencia de investigar algo tan operativo, tan vinculado a la intervención.

El enfoque de género como criterio de calidad en las evaluaciones.

La primera vez que Pablo se acerca a la temática de género es a través de las ponencias de la Segunda Conferencia de la RELAC en 2007 en Bogotá. Este encuentro le permitió tener una mirada más matizada de la realidad intervenida, de las personas, más allá de considerarlas como un todo homogéneo, y esforzándose por conocer qué tipo de participantes son, cómo discriminar positivamente para asegurar la participación de todos/as, y cómo el proyecto afecta diferenciadamente en contextos de diversidad y, ante todo, de desigualdad.

Posteriormente, las iniciativas de EvalPartners y particularmente del grupo EvalGender+ acogen la cuestión del género desde un marco más amplio de equidad. Para nuestro entrevistado, esto representa “una tensión constante, por un lado, no perder el centro de este enfoque, de esta mirada que presta atención a las cuestiones de género, y al mismo tiempo entender ese interés dentro de un paraguas mayor en el cual están un conjunto de inequidades sociales.”

Más recientemente, la última conferencia de la Sociedad Europea de Evaluación (SEE) de 2016,  acoge de manera transversal para todas las ponencias la temática de género: en lugar de proponer espacios específicos como si de un área concreta de evaluación se tratara, lo convierte en parte del alma misma de la evaluación, de su esencia:

“Ese ha sido un paso muy relevante en el contexto de una conferencia bianual, para mí es una de las más importantes, innovadora, etc.. Ese planteamiento me impactó como un indicador del hecho que el enfoque de perspectiva de género en el campo de la evaluación va ganando una presencia muy importante.”

Precisamente esta propuesta de la SEE se da la mano con la idea que la Comunidad de Práctica EVALGÉNERO quiere promover: que en evaluaciones de desarrollo, el enfoque de género debe ser un elemento transversal como criterio de calidad.

“La perspectiva de género llegó para quedarse”

Recientemente, la presentación de los Estándares de Evaluación propone de manera general esta idea del enfoque de género más como criterio de calidad transversal de las evaluaciones de desarrollo, que como un campo específico de evaluación. Al respecto, Pablo opina que todavía hay todo un trabajo pedagógico que desarrollar en torno a la temática, para poder contar con herramientas didácticas que permitan que los y las evaluadoras que no han estado involucrados de manera cercana con la temática, puedan entenderla e incorporarla en su trabajo. Aquí, juegan un rol muy importante quienes vienen reflexionando y empujando la adopción de la perspectiva, en el sentido de poder compartir esos conocimientos.

“Realmente, visualizo como un movimiento muy importante al interior del campo de la evaluación en el cual la perspectiva de género ha ido ganando fuerza y moviendo los límites más allá de lo que originalmente se consideraba su espacio admisible y políticamente correcto. Es así que se acerca a un lugar más deseable, sin que todavía se la considere una ortodoxia asentada en el campo de la evaluación.”

Pero para que el enfoque de género como criterio se generalice, empape de manera masiva la práctica evaluativa, es preciso que se dé esa conjunción entre la ortodoxia, el correcto pensar, y la ortopraxis, el correcto actuar. Aquí es que cobra relevancia esa necesidad pedagógica de mostrar cómo las evaluaciones que asumen esta perspectiva de género son capaces de tener juicios más matizados sobre la realidad y emitir recomendaciones más afinadas, porque “a partir de la ortopraxis es que vamos a llegar a la ortodoxia en el campo de la evaluación.”

Una manera de pasar de la metafísica a la práctica, podría ser comenzar a investigar por la vía positiva qué estamos haciendo bien y qué factores podemos considerar para tener éxito en otros escenarios. Para ello, el debate, el diálogo y el intercambio en las redes sociales, permite vencer las resistencias y “avanzar en las cuestiones didácticas para hacer entender mejor por qué esta perspectiva es importante.”

“Puedo tener cierta ambivalencia, por un lado reconozco el espacio que ha ido ganando en el campo de la evaluación el enfoque de género, pero al mismo tiempo me parece que podía haber sido más. Hay cuestiones que son dignas de ser analizadas. Investiguemos este tema por la vía positiva para ver dónde funcionamos, en qué espacios este enfoque ha crecido, ha tenido relevancia, ha sido adoptado, ha tenido menores dificultades para convertirse en una parte legítima del campo. Habrá factores ahí que nos permitan entender qué es lo que sucede en ese escenario, y entendiéndolo mejor podemos entender qué podría llegar a pasar en otros escenarios.”

 El enfoque de nuevas masculinidades como parte del enfoque de género

Reflexionando sobre el enfoque de nuevas masculinidades, compartimos la idea de que hace parte del enfoque transformacional de género, apostando por romper la mirada prioritaria o única hacia mujeres, para abarcar la transformación desde y con los hombres. En este sentido, el enfoque de nuevas masculinidades tiene todavía dos retos importantes: permear la discusión, pero sobre todo la praxis del enfoque o perspectiva de género

El concepto de nuevas masculinidades viene a reforzar el enfoque de género cuando en éste aparecen más diluidas las cuestiones de las relaciones de poder entre mujeres y hombres en la sociedad y en la familia. Es clave que desde la investigación social y la evaluación de proyectos, programas y políticas, siempre se rescate cómo están funcionando las relaciones de poder en las situaciones de cambio social que procuran las intervenciones.

"Cuanto más cargamos a la perspectiva de género de los componentes que tienen que ver con relaciones de poder, quizá menos necesario puede llegar a parecer el tema de la presentación de un concepto adicional de la masculinidad. (…) Así como en la física tenemos el concepto de energía que es central, si queremos atender las relaciones sociales tenemos que trabajar alrededor del concepto del enfoque de poder.”

 Valorar, conversar, aprender…y aplicar

 El fortalecimiento del mainstreaming de género desde una perspectiva más transversal, como una competencia definitoria, así como la integración del enfoque de masculinidades en el enfoque de género en la evaluación, pasa por el diálogo, la conversación, el aprendizaje mutuo, en el sentido también de mostrar las prácticas relevantes. La idea del enfoque de género como criterio de calidad precisamente va en la línea que no es un tema para las mujeres, y no es sólo un tema de justicia y de práctica, sino también de mejores evaluaciones.

 “Los evaluadores y las evaluadoras que no están todavía compenetrados, convencidos de que el enfoque de género no debería ser algo esencial, van a tener mayor predisposición a creer esta perspectiva a medida que vean su impacto también en la misma evaluación: cómo impacta en que las evaluaciones tienen mayor relevancia, son mejor adoptadas, permiten entender mejor los escenarios, dan cuenta de recomendaciones con mayores matices a partir de entender mejor el contexto de implementación, etc.”

Retos y metas para el 2017

Para 2017, Pablo ve muy desafiante la Conferencia de RELAC en México a fines de ese año. En ella presentará, junto con otros/as colegas, resultados parciales y finales de diversos proyectos de investigación, incluido el de Estándares de Evaluación y otros proyectos ganadores de la iniciativa “Peer to Peer” que ha impulsado y en los que está involucrado: La construcción de una Agenda Binacional para promover la Institucionalización de la Evaluación en Argentina y Bolivia, y el proyecto de Cooperación Sur-Sur con África y Asia para el “Desarrollo de un currículo culturalmente sensible sobre evaluación transformadora de género basada en las mejores prácticas”:

 “Es muy motivador pensar que tenemos un momento clave en el que tenemos que presentar el trabajo realizado, y eso orienta en gran medida las acciones, regula las energías. Son muchas mis expectativas de llegar a esa Conferencia y de poder tener una participación muy activa y poder mostrar la labor de evaluación e investigación de los últimos años.”

Con esta mirada hacia el futuro, cargada de proyectos y expectativas, y muchos temas en el tintero para la próxima, concluye nuestra agradable y motivadora conversación con Pablo. 



[1] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, ente autárquico dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, destinado a promover el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

[2] Programa para el Fortalecimiento de la Capacidad de Seguimiento y Evaluación de los Proyectos FIDA en América Latina y el Caribe.

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