Cultural Competence and Power Dynamics in Evaluation: Reflections from a Gender Perspective

Dear Friends,

It is a pleasure to share with you (below) the Spanish version of our article originally entitled Cultural Competence and Power Dynamics in Evaluation: Reflections from a Gender Perspective, published in September 2016 in the special edition of the Evaluation Connections Newsletter of the European Evaluation Society EES, just before its Annual Conference.

This special edition of the Newsletter was dedicated to “culture and evaluation”, a topic that we consider of great importance in our Latin American and Caribbean region, a very diverse, unequal, rich and deeply complex region. We approached that complexity from a gender perspective, addressing dilemmas and tensions that arise in theory but mainly in evaluation praxis and that confront us with power, ethics and politics. In evaluations we need to address such issues through knowledge, attitudes and actions, so we dare to propose a set of “warnings” and tips.

We thank you in advance for your reading and feedback. This is a topic that we continue promoting and developing though different initiatives, like the Peer-to-Peer (P2P) “South-South” project with Africa and South Asia entitled Developing a Culturally Responsive Curriculum on Gender Transformative Evaluation based on best practices: A South to South Collaboration.

We would greatly value any reactions, comments and suggestions that will challenge our ideas and enrich our reflections and contributions. Please leave your feedback either in English or Spanish.

Kind regards,

Silvia Salinas Mulder & Fabiola Amariles Erazo 

Competencia Cultural y Dinámicas de Poder en la Evaluación: Reflexiones desde una Perspectiva de Género

Silvia Salinas Mulder y Fabiola Amariles Erazo

(Traducción del artículo publicado en inglés en la revista Evaluation Connections de la Sociedad Europea de Evaluación – Septiembre 2016)

Versión original en: https://www.europeanevaluation.org/sites/default/files/ees_newsletter/ees-newsletter-2016-09-september-r10-web.pdf

¿Alguna vez has realizado o gestionado una evaluación en contextos culturalmente diversos, caracterizados por fuertes desigualdades entre sus participantes? Si la respuesta es “sí”, las ideas expresadas en este artículo, que captura muchos años de experiencia en evaluación en América Latina – una región con más de 800 grupos indígenas y diez por ciento de la población que concentra el 71 por ciento de la riqueza regional – te resonarán y te harán reflexionar más sobre tu propia práctica. Si la respuesta es “no”, puede que aún encuentres interesante continuar leyendo y descubras algunas perspectivas frescas para repensar tus experiencias previas o abordar próximos desafíos en evaluación, allí donde la vida te lleve.

En América Latina el “respeto cultural” es parte del discurso dominante y las demandas de grupos históricamente excluidos. Sin embargo, frecuentemente se convierte en un “diálogo de sordos”, ya que la noción de “respeto cultural” abarca distintos supuestos que van desde el fundamentalismo cultural hasta relaciones interculturales dinámicas.  Estos supuestos influyen en cómo la competencia cultural es percibida y operacionaliza en políticas,  diseños e implementación de las evaluaciones.

Esto es particularmente relevante para las evaluaciones que aplican un lente transformacional de género y equidad social.  Los supuestos culturales con frecuencia ocultan, subestiman o legitiman relaciones de poder jerárquicas y desigualdades establecidas por la cultura.  Como lo hemos notado en conversaciones con evaluadores-as de otras regiones, éste es un fenómeno mundial.

Con base en nuestras experiencias como evaluadoras en distintos países de Sur y Centroamérica, hemos identificado una lista frecuente de formas de conocer, actuar y hacer las cosas durante distintas fases de los procesos de evaluación, que son “protectoras de la cultura” pero “ciegas al género”.  Éstas incluyen:

I. Generalización y homogenización: Gestores, evaluadores y financiadores generalmente abordan a las comunidades como grupos homogéneos y aislados.  Este es un abordaje simplista que ignora la diversidad interna, el dinamismo y los intercambios con el mundo exterior (ej. la migración).

II. Fundamentalismo e idealización: Esto hace referencia a un abordaje ahistórico, que sobrevalora las tradiciones y rechaza las transformaciones que son resultado de la modernidad.  Frecuentemente las comunidades y algunas-os evaluadores atribuyen los cambios, problemas y conflictos a la influencia de Occidente.

III. Invisibilidad de las desigualdades de género, raza, edad y otras y sus intersecciones: Actores-as clave de la evaluación ignoran, niegan o justifican las desigualdades internas, así como las interacciones entre dos o más formas de discriminación, por ejemplo la intersección entre género, raza, edad y etnicidad.

IV. Paternalismo: Las-los evaluadores a menudo muestran una confianza no reflexiva, inclusive ingenua hacia la comunidad y sus representantes, vs desconfianza y cierta “culpa” respecto a su propio rol cuestionador y analítico.  Esto frecuentemente implica una aceptación no crítica, automática de lo que las-los miembros de la comunidad dicen.

Dado que los cuatro abordajes mencionados anteriormente sobre cómo lidiar con la “otredad” reproducen un sesgo de género, excluyen a las mujeres e inhiben el potencial transformador de una evaluación hacia la igualdad de género, se requiere una reflexión seria sobre los vínculos entre género y cultura.  En este sentido, el siguiente párrafo incluye algunos puntos que podrían guiarnos en este ejercicio de auto-reflexión:

 (i) Vemos y evaluamos a través de los ojos de nuestra propia historia y entorno; (ii) nuestra mirada de la realidad es siempre parcial y sesgada; (iii) como evaluadores-as representamos estructuras y relaciones de poder que pueden expresarse de maneras sutiles; (iv) la experticia en género no necesariamente cuestiona el machismo, el patriarcado y las actitudes coloniales; y (v) las competencias en evaluación rara vez incluyen auto-reflexión y conciencia sobre asuntos de poder.

Nos basamos en estas reflexiones para proponer una serie de sugerencias para construir un puente entre las competencias culturales y de género en la evaluación:

Cultura vs relaciones interculturales: Las evaluaciones deben ser abordadas como un proceso de aprendizaje e intercambio con otras culturas, no sólo de entenderlas. El uso de intermediarios culturales como miembros del equipo de evaluación puede ser valioso para "tender un puente, vincular o mediar entre grupos de personas de diferentes orígenes culturales con el propósito de producir cambios" (Centro Nacional de Competencia Cultural, 2004).

La neutralidad de género no existe: como evaluadores debemos ser conscientes del contexto cultural y de algunos asuntos de poder, inesperados pero previsibles, relacionados con la cultura, que están presentes en el proceso de evaluación y que pueden mostrar desigualdades de género y afectar los resultados de la evaluación. Por ejemplo, cuando la participación en la evaluación se limita a los líderes y autoridades reconocidas, generalmente varones, que se considera que "representan" a la comunidad.

No todo lo que brilla es oro: Tenga cuidado con los paradigmas de evaluación contra-hegemónica que ignoran las desigualdades de género y la complejidad cultural, y sea escéptica-o sobre las mediciones del éxito que no expresan claramente las transformaciones de género. Por ejemplo, un indicador sobre la asignación de crédito para las mujeres puede esconder barreras culturales, distorsiones e incluso violaciones a los derechos de las mujeres para cumplir con los objetivos.

De la-el poderoso evaluador al actor de cambio que empodera: El enfoque transformador en la evaluación requiere explorar nuevas formas de pensar sobre el papel de las-los evaluadores como agentes de cambio social. A su vez, los evaluadores que deseen ir más allá de su rol técnico tradicional a un rol orientado a la promoción y al empoderamiento, necesitan involucrarse e interactuar con la cultura de las comunidades donde operan las intervenciones que se están evaluando. También necesitan revisar sus propias creencias y actitudes acerca de las relaciones de poder.

Geert Hofstede, un investigador social, cultural y organizacional da algunas orientaciones sobre cómo los diferentes aspectos de las culturas nacionales pueden diferir de una región a otra, lo que puede contribuir a esta autorreflexión. Entre otras herramientas, Hofstede construyó el "Índice de Distancia de Poder" 1 que contribuye a la comprensión de los asuntos de poder y puede orientar los procesos de evaluación a un "mismo nivel de juego" en cuanto a temas culturales y de igualdad de género.

Con base en este análisis, enfatizamos la importancia de la "competencia cultural con perspectiva de género” en la evaluación. Esto implica que las-los evaluadores deben ser competentes en la prevención del sesgo de género y manejar asertivamente la resistencia cultural con respecto a la igualdad de género, incluyendo mitos, jerarquías patriarcales tradicionales y otros mecanismos de exclusión de las mujeres que son apoyados por la cultura. Además, los evaluadores pueden desempeñar un papel clave e influyente proporcionando evidencias para apoyar transformaciones de género que tomen en cuenta los aspectos culturales.

Entre las cualidades clave de evaluadores sensibles al género y la cultura y podemos mencionar: conocimiento del contexto; autoconciencia y reflexividad; visión estratégica; pensamiento lateral; flexibilidad; proactividad; escucha activa y mente abierta. Los perfiles de competencias de evaluadores deben hacer mayor énfasis en estas competencias, ya que son tan importantes como los criterios de conocimiento y práctica. Están fuertemente vinculados a las formas de ser y formas de ver de los evaluadores. Forman percepciones sobre el papel del evaluador-a en relación con la igualdad de género y la equidad social.

Corresponde a la comunidad evaluadora construir las estrategias necesarias para inducir tales actitudes entre quienes contratan y quienes ejecutan las evaluaciones... y corresponde a cada lector-a reflexionar sobre su experiencia y posición respecto al género y la cultura... tanto en la teoría como en la práctica.

Notas

[1].  El Índice de Distancia de Poder (IDP) de Hofstede se refiere a la medida en que los miembros menos poderosos de las organizaciones e instituciones (como la familia) aceptan y esperan que el poder se distribuya de manera desigual. Ver: http://www.clearlycultural.com/geert-hofstede-cultural-dimensions/p...

Referencias:

Faúndez, A. & Weinstein, M. en colaboración con Íñigo, I. (2012). Ampliando la mirada: La integración de los enfoques de género, interculturalidad y Derechos Humanos. Santiago de Chile: UNFPA, ONU Mujeres, Unicef, PNUD.

Hofstede, Geert (1991). Cultures and organizations. Software of the Mind. Intercultural   Cooperation and its importance for survival. McGraw Hill. 

ONU Mujeres (2014). Guía de evaluación de programas y proyectos con perspectiva de Género, derechos humanos e interculturalidad. 

PNUD (2010). Informe Regional para América Latina y el Caribe 2010.  Actuar sobre el futuro: Romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad. Nueva York: PNUD.

Salinas-Mulder, S. & Amariles, F. ( 2014).  Latin American Feminist Perspectives on Gender Power Issues in Evaluation (Chapter 9). In: S. Brisolara, D. Seigart, & S. SenGupta (Eds.) Feminist Evaluation and Research: Theory and Practice. (pp. 224-254). New York: Guilford Press. 

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